miércoles, 14 de noviembre de 2007

HISTORIETAS PARA RECORDAR


Macondo era entonces una pequeña aldea de quince casas de arcilla y cañabrava construidas a la orilla de un rÍo de aguas contaminadas que se precipitaba por un lecho de piedras enormes y blancas como huevos de dinosaurios.

El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombres y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Sin lugar a dudas, esta clase de situaciones hoy en día, pueden parecer para muchos insólitas. Muchos años después, el coronel Aureliano Buendía, cuando se encontraba frente a sus subordinados, empezó a recordar aquella tarde infeliz del mes de marzo, en que su padre lo llevó a conocer a su amante. Una mujer despampanante, pero inculta.

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